Frutos del Espíritu Santo

Del Catecismo de la I.C.: 1832 Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad’ (Ga 5,22-23, vg.).

 


CARIDAD:

 No significa el acto o el sentimiento benéfico por sí mismo, sino el don espiritual, el amor de Dios que el Espíritu Santo infunde en el corazón humano y que lleva a entregarse a su vez al mismo Dios y al prójimo.

 


GOZO:

 Cuando el Espíritu Santo habita en el alma, esta tiene gozo de estar en comunión con Dios.  El gozo que es fruto del Espíritu no se pierde por las tribulaciones.



PAZ:

 La paz interior del hombre es fruto de la unidad de la voluntad humana con la voluntad divina. Se puede obtener aún en medio de grandes tormentos exteriores.

 


PACIENCIA Y MANSEDUMBRE:

 Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente.


Cuando son frutos del Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin combate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto.  Porque al tomar el Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión.


 

BONDAD Y BENIGNIDAD:

 La bondad es la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene.


La Benignidad. Benígnitas. La palabra benignidad se usa únicamente para significar dulzura, consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que sienten los que tienen la benignidad sólo como de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.


 

LONGANIMIDAD:

 La longanimidad o perseverancia nos ayudan a mantener-nos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena por la espera de lo que se necesita.

 

FE:

 La fe como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la verdad que creemos.

 

MODESTIA:

 Como fruto del Espíritu Santo, detiene a nuestro espíritu para que no se apegue a las cosas sin importancia y que no exagere al hablar,  modera y deja al alma en una profunda paz.

 

TEMPLANZA:

 refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran cometerse

 

CASTIDAD:

regula o modera el uso de los placeres de la carne.