¿PODEMOS PONER UN ARBOLITO DE NAVIDAD?

 

Por supuesto que sí. Primero QUE NO SUSTITUYA NUNCA EL PESEBRE y segundo, conozcamos el origen de esta tradición para que no pierda su sentido y se comercialice.

La tradición inicia en los países nórdicos en donde era también símbolo de la vida, por no perder en invierno su verde follaje cuando casi toda la naturaleza parece muerta. En algunas casas se cortaban algunas ramas y se le decoraba con pan, fruta y adornos brillantes para alegrar la vida de los habitantes de la casa mientras transcurría el invierno.

 

Se cuenta que un misionero inglés en Alemania, San Bonifacio, en el siglo VII, comprendiendo que era imposible arrancar de raíz esta tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Tomad este árbol –dijo San Bonifacio– y llevadlo a vuestros hogares como signo de vuestro nuevo culto. “No celebréis por más tiempo el poder de Dios con vergonzosos ritos, sino en la santidad de vuestros hogares, con alegría y amor”

 

Ya durante el s XVI se menciona que se empiezan a reunir las familias en torno a un árbol de Navidad. El día 24 los niños eran llevados a pasear o de día de campo, mientras los adultos colocaban y decoraban con dulces y juguetes el árbol; a su regreso los niños eran sorprendidos con el árbol y así daba inicio la celebración de la fiesta de Navidad. Esta costumbre cobra fuerza y se extiende como moda cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hace colocar un árbol en el palacio decorándolo con velitas que hacen relucir una serie de bellos y finos adornos.

 

Otros explican que fueron los inmigrantes alemanes discípulos de San Bonifacio que años más tarde llevaron esta tradición a los Estados Unidos con lo cual se extendió por toda América, y llega año con año a nuestros hogares en forma de ciprés a dar el olor y la alegría navideña que lo caracteriza, siempre complementando siempre la más bella de las tradiciones: “el portal”

 

 

 

SIGNIFICADO DEL ÁRBOL DE NAVIDAD

 

En primer lugar se asocia al árbol de Navidad con el árbol de la vida, que lucía en medio en medio del Jardín del Edén y después de la caída desaparece; la fruta y las decoraciones nos recuerdan las gracias y dones que el hombre tenía cuando vivía en el Paraíso en completa amistad Dios. Por el nacimiento de Cristo, los hombres renacen y tienen acceso a la plenitud de la vida. El árbol de Navidad representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesucristo. Los adornos del árbol y las luces que se encienden representan el nuevo estado que el amor de Cristo nos prepara.

 

El árbol de Navidad representa también a la naturaleza restaurada y engalanada para recibir a su redentor; el árbol perennemente verde quiere saludar en nombre de la naturaleza renovada a su Señor "Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo" (salmo 5).

 

También representa ese árbol que nace y que con el tiempo madurará en un gran árbol del cual saldrá la cruz que tal como nos recuerda la liturgia del Viernes Santo: "Cruz amable y redentora, árbol noble y espléndido , ningún árbol fue tan rico ni en frutos ni en flor".

 

Podemos decir que de alguna manera el árbol de Navidad nos recuerda la redención. Las luces representan la luz de Cristo en nuestra vida. y la estrella que se coloca en la punta representa a la estrella de Belén que anuncia la redención a la humanidad.