Santa Rosa de Lima

Santa Rosa, la primera santa americana canonizada, nació de ascendencia española en Lima, Perú.

 

Sus humildes padres son Gaspar de Flores y María de Oliva.

 

Aunque fue bautizada con el nombre de Isabel, se la llamaba comúnmente Rosa y ése fue el único nombre que le impuso en la Confirmación el arzobispo de Lima, Santo Toribio.

 

Rosa tomó a Santa Catalina de Siena por modelo, a pesar de la oposición y las burlas de sus padres y amigos.

 

Rosa era muy bonita. En cierta ocasión, su madre la coronó con una guirnalda de flores para lucirla ante unas visitas. Rosa no quería, entonces hizo como penitencia lo que se le ordenaba pues lo consideró como una vanidad.

 

Aunque era capaz de oponerse a sus padres por una causa justa, jamás los desobedeció. Rosa tuvo que sufrir enormemente por parte de quienes no la comprendían.

 

Su familia se vio en circunstancias económicas difíciles. Rosa trabajaba el día entero en el huerto, cosía una parte de la noche y en esa forma ayudaba al sostenimiento de la familia. Sus padres quisieron inducirla a casarse, pero Rosa hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor.

 

Al cabo de esos años, ingresó en la tercera orden de Santo Domingo. Imitando así a Santa Catalina de Siena. A partir de entonces, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en el huerto.

 

Rosa pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, un empleado del gobierno, cuya esposa le tenía particular cariño. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".

 

Dios la llamó a Sí el 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad.

 

El Papa Clemente X la canonizó en 1671.