Madre del Divino Pastor

La devoción popular María bajo esta advocación de la Divina Pastora de las almas (doctrinal y litúrgicamente Madre del Divino Pastor) fue entonces introducida por el misionero capuchino Fray Isidoro de Sevilla (1661-1750) a raíz de una visión que tuvo la noche del 24 de junio de 1703, al terminar el “Rosario popular”, práctica devocional que, promocionada por los Padres Capuchinos y precedida por la Cruz y un estandarte de la Virgen, recorría con gran concurrencia de feligreses las calles de la parroquia de San Gil de Sevilla.

 

Aún con todos los esfuerzos no surtían efecto, por lo que preocupado y triste pasaba las noches en largos ratos de oración. No sabemos que pasó en esas largas noches de silencio en su intimidad con Dios, lo cierto es que una mañana se levantó alegre y animado, y como quien busca algo para llenar la felicidad de su vida, salió de su convento y se dirigió hacia la casa de su hermano para buscar apoyo para su empresa , así pues, acompañado de este hermano suyo, que gozaba de buena posición social, se dirigió al taller del acreditado pintor sevillano Miguel Alonso de Tovar y le encargó la plasmación gráfica de esta visión que se la describe así:

 

“En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sentada sobre una roca, irradiando su rostro amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el cuerpo hasta las rodillas con una blanca piel ceñida a la cintura. Un manto Azul, que le cae desde el hombro izquierdo y en el derecho, cayendo hacia la espalda, llevará un sombrero de pastora y al lado del brazo derecho aparecerá el báculo de su poder. En la mano izquierda llevará unas rosas y pondrá la mano derecha sobre un corderito que se acoge en su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen formando un rebaño y todas sus bocas llevarán unas rosas simbólicas del Ave María con la cual la veneran. En la lejanía se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo-el enemigo. Que sale de una cueva con intención de devorarla, pero pronuncia el Ave María, expresado por un rótulo en la boca, pidiendo auxilio; y aparece del cielo el arcángel Miguel, con el escudo protector y la flecha que hundirá en la cabeza del lobo maldito”

 

Esta iconografía se contempló por primera vez en Sevilla el día 08 de setiembre, de 1703. En poco tiempo se extendió su culto, tanto en su devoción como en su representación iconográfica especialmente a través de las populares “misiones” que predicaban los capuchinos. En 1763 los capuchinos fundan en Santa Madrona, Barcelona en su iglesia una hermandad de la Divina Pastora.

 

Al llegar los capuchinos a tierra americana trajeron con ellos también la devoción a muchos lugares.

No es de extrañar que el Beato José Tous como buen capuchino quedara prendado desde muy joven de esta imagen que contagia ternura y amor y grabó en su corazón sus ojos de misericordia que tanto bien hicieron en el decurso del tiempo. Así de pequeño, en Barcelona debía haber visto en muchas iglesias de la ciudad, pero especialmente, de novicio, descubre su imagen en Sarriá, y ya profeso en las fraternidades que fue recorriendo, Calella, Gerona, Valls, Vilanova, entre otras, se pone de relieve la filial devoción a la Pastora con expresiones de fe y amor muy propias de la época, de la que aún existen escritos, poemas, coplas, etc. Es evidente que en el corazón del P. Tous estaba sembrada la semilla de la devoción a María, que guarda el rebaño de su Hijo Jesús. Era la mano del Buen Dios que le preparaba el camino, le hacía sensible a las necesidades de los que van “descarriados o desorientados como ovejas sin pastor” y lo animaba a servirlos durante su vida.

 

Con estos precedentes el Beato José Tous no duda quién ha de poner de Protectora. Abogada y Suprema Abadesa de la obra que inicia con tres hermanas en Ripoll, en el año 1850: La Divina Pastora. Así nace en la Iglesia las HH. Capuchinas de la Madre del Divino Pastor.

 

A lo largo de veintiún años que acompaña a las hermanas en su vida espiritual y apostólica, menciona a María muy a menudo, tanto como intercesora delante del Padre como ejemplo para los niños y jóvenes que asisten al colegio. En el transcurso del tiempo, se ha ido haciendo más conocida la advocación de la Madre del Divino Pastor; con el nombre, también las imágenes han cambiado. Solemos ver a María en actitud de donación de su Hijo, manifestada en sus brazos abiertos, como si sus labios nos dijeran en voz baja: ¡he aquí al Buen Pasto, síguelo!

 

 

Ella, en segundo término, continúa mirando nuestros caminos con ojos de misericordia, acariciando nuestros rostros con la ternura de sus manos, encendiendo nuestro corazón con el fuego del Espíritu para que seamos ovejas del Dios de la vida. Toda Ella es un don de Dios. Es el regalo de una Madre. Jesús nos la dejó por Madre y el Beato José Tous nos la dejó por Madre, Ella nos conducirá a Jesús.